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El peligro del crecimiento del autoritarismo en Latinoamérica: El Salvador

Rodrigo de Frías Vázquez, 3rd year MEng Mechanical Engineering student .



La elección de Nayib Bukele como presidente de El Salvador se produjo en un momento de enorme rechazo y resentimiento hacia el establecimiento. Durante tres décadas, los partidos más importantes del país, ARENA y FMLN habían gobernado ininterrumpidamente. Pocos meses antes de las elecciones presidenciales, ambos partidos acumulaban más del 72% de descontento popular. Por lo tanto, no fue ninguna sorpresa cuando Bukele, con el partido Nuevas Ideas, recibió el 53% de los votos en las elecciones presidenciales de 2019, con un apoyo dependiente en gran medida al repudio de la población por ambos partidos dominantes. El presidente ha logrado mantener índices de aprobación históricamente altos, con evaluaciones del gobierno nacional que le otorgan: 93 por ciento de aprobación en sus primeros 100 días, 80 por ciento de aprobación en junio de 2020, 92 por ciento de aprobación en mayo de 2021 y casi 90 por ciento de aprobación en mayo de 2022.


El autoritarismo de Naybi Bukele consiste en políticas represivas, la sumisión forzosa de todos los poderes del Estado al ejecutivo y continuos ataques a los medios de comunicación independientes. Bukele recurrió rápidamente a gobernar con un puño de hierro para combatir la violencia de las bandas de El Salvador. El presidente no sólo integró más al ejército para la seguridad pública, sino que impulsó las detenciones masivas en un intento de sacar de las calles a todos los responsables. Sus mecanismos, por eficaces que hayan sido para reducir la delincuencia, han dado lugar a la detención de civiles inocentes y muchos de los cuales se enfrenten a unas condiciones de vida infrahumanas. Como forma de advertir a los miembros de las bandas que siguen campando a sus anchas, Bukele ha tuiteado, desde su cuenta personal, constantes vídeos explícitos de cientos de presos agazapados vistiendo únicamente ropa interior. En contra de las prácticas habituales en las prisiones salvadoreñas, Bukele también ordenó a miembros de diferentes bandas a compartir celda, provocando un gran aumento de violencia en las cárceles. Los grupos de derechos humanos piden continuamente una solución al hacinamiento en las celdas, que ha provocado que los reclusos salvadoreños representen el 60% de todos los casos de tuberculosis del país.






Bukele ha conseguido salvaguardar la presidencia mediante la integración forzosa de todos los poderes gubernamentales bajo su mando. Durante su mandato, Bukele llegó a entrar en la Asamblea Legislativa del país junto a militares y policías durante una reunión inconstitucional destinada a presionar a los legisladores para que acepten fondos para sus programas de seguridad. El presidente ha vetado sistemáticamente leyes, se ha negado a entregar archivos militares a petición de un juez y ha utilizado su mayoría legislativa para aprobar una ley que obligaba a dimitir a un tercio de los jueces y al fiscal general del país.

Asimismo, la administración de Bukele ha seguido concentrando su poder mediante el ataque continuo a los medios de comunicación independientes. Los altos índices de aprobación del gobierno le han permitido crear un frente contra reporteros y periodistas, tachándolos de "enemigos del pueblo". A partir de 2022, la clasificación de libertad de prensa de El Salvador has bajado 30 puntos en la organización Reporteros sin Fronteras convirtiéndola en una de las caídas más drásticas de toda la región, en base a reporteros salvadoreños que de alguna manera han sido exiliados y ahora buscan asilo político en otros lugares.




Bukele también ha dado de qué hablar con su empeño con las criptomonedas. La aprobación de la Ley Bitcoin en septiembre de 2021 marcó la primera vez que un país adopta el bitcoin como moneda de curso legal. Esto requirió que toda persona y entidad legal aceptara bitcoin como pago. Además, el gobierno permitió que todos los impuestos y deudas se pagaran en bitcoin. Bukele argumentó que el uso de bitcoin en El Salvador promovería la equidad financiera para el 70% de los ciudadanos salvadoreños que actualmente no tienen acceso a los "servicios financieros tradicionales" (cuentas bancarias). En un intento de impulsar el uso de Bitcoin, Bukele invirtió 150 millones de dólares en la construcción de cajeros automáticos y Chivo Wallet, una aplicación gubernamental mediante la cual los ciudadanos pueden intercambiar bitcoin y dólares digitalmente. Para incentivar aún más su uso, se regalaron treinta dólares (en bitcoin) a cada persona que se descargara la aplicación. La aplicación no cobra comisiones por transacción, lo que es primordial para un país cuyas remesas representan alrededor del 25% de su PIB.

Actualmente, con el desplome del Bitcoin, El Salvador se encuentra en una precaria situación financiera. Aprovechando esto, y la probable reelección de Bukele, China se ha ofrecido a comprar toda la deuda del país, en un intento de cambiar la política exterior de El Salvador y alejarlo de EEUU, dejando el futuro del país en total incertidumbre.



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